martes, 26 de diciembre de 2017

Carta de despedida

   Mi apreciado compañero:

   Nos conocemos desde los 16 años. Saber de tu existencia me deslumbro. Me pareciste un ser encantador, un complemento, un sustituto de las inquietudes, inseguridades lógicas de mi edad. Facilidad de palabra, soltura de acción, optimismo y seguridad.
 
   Enseguida empezaron las lagunas y pérdida de control frente a los demás. Tuve que abandonarte.
 
   En el serivicio militar volvimos a encontrarnos y enseguida volvimos a ser amigos inseparables. Las llamadas de atención, los arrestos y los gastos de dinero siempre estaban acompañados de tu presencia. Tuvimos que separarnos.
 
   Como físicamente no tenía secuelas, no te odiaba ni me molestaba tu presencia, pero estuve 20 años sin querer volver a intimar. Nos iba bien, pero yo no era para tí, ni tú para mí.
 
   Detrás de cada contratiempo, fallo, desaire, estás tú esperándome. La verdad es que tú eres fiel, nunca me dejarás. Solo puedo cambiarte por tres cosas: la cárcel, el manicomio o el cementerio.
 
   El problema no eres tú, soy yo, porque siempre he necesitado apoyarme en alguien y crear una dependencia. Así que he decidido vivir sin nada ni nadie, para que no tengas que venir a rescatarme. He sido un fiel seguidor tuyo, no dirás que no me he entregado a tí. Te he antepuesto a personas, familia, trabajo y salud.
 
   Tú me has fallado, tu alegría me ha llevado a llorar sangre. Tu calor me ha hecho pasar frío en las noches. Tu verborrea me lleva a estar solo y tu falsa seguridad me anula la consciencia.
 
   Me lo he pasado tan bien contigo que cuando pienso me dan ganas de llorar. Me has hecho decir cosas que no sentía, que nunca podré reparar, me has condicionado la vida y quitado libertad.
 
   Como de nada me ha servido negarte o eludirte, he decidido luchar contra tí. Seré siempre un fiel narrador, para los que aún te siguen, de lo mucho que te debo. Quizá esta ironía también sea parte de tus secuelas.
 
   Mi eterno agradecimiento a los profesionales que dedican su vida a mantener la esperanza y devolver la dignidad en la isla de Pedrosa.
 
Pascual

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