Tras presentarnos (en el post Amanecer en Pedrosa) y
deciros que venimos a hacer aquí y cómo lo hacemos (en Atardecer en Pedrosa 1 y 2) nos vemos obligados a contaros que
pasa cuando terminas tu estancia en esta isla y comienzas tu nueva vida en el
exterior.
Como
los que escribimos estamos aquí ahora mismo lo que hemos hecho es preguntárselo
a alguien que terminó su terapia hace muchos años y que sigue luchando ahí
fuera.
Además
esas preguntas nos sirven a nosotros también para resolver nuestras incógnitas
acerca de lo que podemos encontrarnos dentro de un tiempo no muy lejano.
Nosotros
por nuestra parte queremos, en primer lugar, agradecer a Manuel sus palabras
por su sinceridad, su claridad y sobretodo el optimismo que nos han transmitido
aun a pesar de que su situación en la actualidad no sea la más deseable para
nadie. Todos nos hemos sentido muy identificados con él, independientemente de
la droga a la que somos adictos.
Nos ha
parecido muy valiente el que fuese capaz de sacrificar sus fines de semana en
la calle viniendo durante tanto tiempo al Centro mientras construía fuera su
vida.
Que tenemos
que estar activos y no pensar tanto en el consumo, afrontar nuestros miedos sin
detenernos demasiado en ellos; continuar el tratamiento el tiempo que sea
necesario hasta sentirnos seguros en la calle.
Ayudar a
los demás es una buena forma de ayudarse a sí mismo. Tenemos que cambiar muchas
de las cosas y personas que nos supongan un riesgo de cara a recaer. A veces es
mejor empezar de cero que construir sobre las ruinas.
Pensar en
el daño que nos han ocasionado las drogas y lo mucho que cuesta salir de ellas
debería ser lo primero que se nos pasase por la cabeza antes de imaginar si
quiera el consumo.
De nuevo
gracias Manuel, por tu optimismo y por recordarnos cuál es el camino de la
recuperación, en el que no existen atajos ni trucos, y que solo se construye pisando
con firmeza, paso a paso.
Manuel, yo que te conozco bien, puedo decir que eres muy valiente y que tu fortaleza es un ejemplo de luz para todos. Has sabido transformar el sufrimiento en amor a la vida y contagiarnos a quienes tenemos la suerte de tenerte cerca, de ese enamoramiento por las personas, por el mundo, por la naturaleza, por los animales..., en definitiva, por la vida. Y todo eso, desde la sencillez y la serenidad. Gracias por existir, Manuel.
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