Jueves 6 de
marzo de 2014
Pasaban
un poco de las tres de una tarde espléndida de sol y nos pusimos en marcha.
Agua, bocatas y, sobretodo, ganas de pasear.
Dejando
la Isla atrás avanzamos por una senda costera cómoda, con algún repechín sin
mucha complicación.
No
saludan unas yeguas y el despegar de un avión mientras bajamos hacia el mar que
parece que quiere abrazar nuestros pasos. A la derecha y comienza el verdadero
paseo, unos 5,5 kilómetros.
El
tramo inicial es relativamente fácil, vamos a buen paso pero sin prisa y
disfrutando del espectáculo. La Isla se ve desde aquí. Astillero y sus grúas,
Guarnizo, La Bahía… y el sol, bien alto, por si todavía no tuvieses claro lo
bonito que es.
Bajamar,
agua en calma, barcas varadas en la arena. El temporal ha sembrado de basura la
orilla pero tampoco mucho más. De vez en cuando nos reagrupamos. Llegamos a las
tuberías de la Dynasol de Gajano. Un rato de pista pedregosa, giro un ramal y
zona de descanso. La verdad es peor parar. Después de un bonito descenso
saboreamos la bahía con Pedrosa ya al oeste y viendo Peña Rabiosa y La
Campanuca. De frente la punta de Pedreña a lo lejos y algo de tráfico
portuario.
Llegando
a Elechas, las piernas ya piden bocata y descanso pero también llegar a destino
así que ¡venga chic@s! al retomar la senda cortada, en uno de los enlaces de
pista hacemos una paradita junto al campo de golf para soltar un poco y, el que
quiso, echar un cigarrín.
Y
ya, a tiro de piedra, cruzamos un bonito tramo, cruzando el barrio de El Monte
por una pasarela de madera hasta el muelle de Pedreña. Con ganas de sentarnos,
hidratarnos y zamparnos el bocata y el plátano descansamos un ratín para
retomar lo andado.
El
ritmo de vuelta (cosa rara) fue mayor que para llegar allí. Las pìernas se
cargaban. La verdad es que la dificultad del terreno no es para tanto porque
los desniveles son pocos y pequeños, si hay cambios de piso y buena distancia
en total (unos 19 kilómetros entre ida y vuelta).
Pies
cansados y buenas sensaciones: el avión que, yendo hacia Pedreña, despegaba
sobre nuestras cabezas mientras subíamos una cuesta, un par de conversaciones,
caminar a dúo en silencio, caminar contra mí y conmigo, un tractor, un bote
azul, el barco de Protección civil, la Playa tan cerca… El sol que no molesta
tanto, ladra un perro, ríen unos niños… ¿seguimos andando? ¿eh?
Miguel
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