¡Llegó Halloween a Pedrosa! y, fieles a nuestras tradiciones, hemos llevado a cabo la 9ª Edición de nuestro Concurso de Relatos Terroríficos.
Al final han sido 7 relatos a cada cual más horripilante que, por supuesto, vamos a compartir con nuestros lectores del blog en este post. También hemos editado un pequeño libreto con los relatos presentados. Os dejamos algunas fotos.
Aprovechamos para enseñaros también las calabazas que hemos pintado y también unos caquis de halloween.
PÁNICO EN LA BAHÍA
¡Javi! - me
dijo Luís mientras encarnaba el anzuelo para lanzar una caña - hemos cogido el
mejor sitio, “el árbol de ahorcado”.
¡Jajaja! -
nos reímos los dos
La noche
estaba tranquila, sin viento, mar en calma y los peces picaban. Yo me
encontraba nervioso, y un poco inquieto; presentía que algo iba a suceder.
Me senté en
el banco de piedra, junto al “árbol del ahorcado”, observando las cañas. Una
ligera brisa se estaba levantando.
¡Voy a por
unos bocatas y unas latas! Y enseguida vuelvo - me dijo Luis.
¡Vale ñero!
- le respondí yo, mientras un sentimiento de preocupación e inquietud iba
apoderándose de mí.
De repente,
el viento comenzó a soplar más fuerte, a la vez que un rayo, como una centella,
observe en el horizonte; al poco tiempo un trueno se escuchó, un escalofrío
recorrió todo mi cuerpo.
Llame a mi
compañero por teléfono, pero no había cobertura. Algo raro estaba sucediendo,
noté que empezaban a caer gotas, mientras otro rayo que iluminó toda la bahía y
un trueno que retumbó como una terrible explosión me asustaron a la vez que el
miedo y la preocupación ya me dominaban.
El viento
se había convertido casi en galerna y la lluvia caía con mucha fuerza mientras
que ya tenía la tormenta encima, me levanté como una exhalación, volví a llamar
por teléfono a Luis; estaba muy nervioso y saltaba el buzón de voz.
El pánico
se estaba apoderando de mí. Corrí hacia una de las cañas, la recogí para salir
de allí. La noche era infernal los rayos y truenos no cesaban.
Mientras
recogí una mochila un rayo iluminó el árbol junto al que estaba sentado, vi la
silueta de un hombre colgado de una rama.
¡Javi! Esto
no puede estar pasando, pensé. Corrí hacia el árbol y cuando llegué, vi que era
un saco colgado de una rama; pero yo estaba seguro que había visto un hombre
ahorcado.
Salí de
allí despavorido dejando todo el equipo de pesca atrás, me temblaba todo el
cuerpo, no daba crédito a lo que estaba pasando.
Al salir de
la marina y llegar a la casa de abajo, vi como salía gente con batas azules
hablando diferentes idiomas, no entendía lo que decían, se acercaban a mi
intentando tocarme, estaban demacrados, parecían leprosos. En ese momento perdí
el control, estaba aterrorizado. No encontraba la salida. Levante la vista y
los arboles parecían tener vida, mientras se oía un murmullo aterrador.
Me levanté
y salí corriendo hacia la puerta, salí a la carretera, unas luces me
deslumbraron, era Luis.
¿Qué te
pasa? – me dijo.
Yo le
respondí - está lleno de enfermos con bata, hay un hombre ahorcado y los
árboles hablan entre ellos. ¡Se rió!
¡Calla
loco! - me dijo - si la casa está en ruinas.
Le pedí que
entrará él a recoger todo, yo no podía estaba aterrorizado. A la vuelta me dijo
que no había visto nada mientras se reía.
Yo sé lo
que vi, desde entonces no he vuelto a ese lugar.
Javier F.
VENGANZA
Ese día era
como otro de esos días calurosos de verano. Había tenido un mal sueño y
despertado bañado en sudor, casi era un presagio del horror que muy pronto iba
a vivir.
Alma, al
igual que yo, también había pasado mala noche, pero por otra lamentable causa.
Hacia 10 meses tras una noche de locura había causado un muy grande accidente
de tráfico por el cual había perdido la movilidad de sus piernas causando,
además, la muerte de una madre y de su hijo de 9 meses. Esta tragedia la empujo
a querer casi por obligación cambiar el rumbo de vida e ingresó aquí, en
Pedrosa, donde yo la conocí.
Alma era
una joven mujer de una exótica belleza, largo pelo azabache, ojos negros con un
leve estilo asiático sin serlo, unos carnosos labios en forma de corazón, un
cuerpo que, aunque tras bastantes años de haberle castigado por ese estilo de
vida, aún se podía ver curviforme que había sido. Pero yo no veía más que un
ser despreciable tan solo podía odiarla.
Los días
fueron pasando y Alma se fue adaptando a su nuevo estilo de vida; se manejaba
cada día mejor en su maldita silla de ruedas, hacia carreras con los otros que,
por su estado, la consentían, la mimaban, creo que alguno hasta la quería. Los
educadores, psicólogas, médicos la apoyaban, aconsejaban y ayudaban a seguir
con su vida mirando adelante su lamentable y odioso pasado, tenía que dejar
atrás, olvidar, pero a mí, Andrés, ¿quién me ayudaba?, ¿quién me quería? ¿quién
me devolvía mi pasado? ¿QUIÉN QUIE…? !AHHHHHH!
Un día
cualquiera me acerqué a ella con actitud amistosa, cariñoso, casi haciéndome
pasar como un buen hermano, pero en mi interior solo podía pensar en una única
cosa, la muerte.
Comencé a
hablar de cosas del centro, que si este, que si el otro, que si el/la
educador/a, que si tenía algo de palanca escondido en la silla y poco a poco me
hice amigo de esa indeseable monstruo y fui sacándola cosas de su pasado, hasta
llegar al día, ese día que cambió su vida, ¡pero también la mía!
Andrés,
quién era Andrés. Andrés vivía en una hermosa casa con un igual de hermoso
jardín, con lindas flores, cultivaba un fabuloso huerto que le daba incluso
para regalar frutas, hortalizas, verduras y otro productos a sus amables
vecinos.
Tenía un
muy buen trabajo, que le permitía tener un bonito automóvil, hacer vacaciones
de verano, pero también de invierno. Era un formidable esquiador, era, en
general un gran deportista con una más holgada y feliz existencia. Pero lo más
preciado, querido y amado que tenía era su mujer y su preciosa niñita de 9
meses, con sus precioso ojos azules, hasta esa fatídica llamada telefónica que
le comunico directa y fríamente que una joven mujer bebida y drogada había
impactado en el vehículo en el que viajaban Carolina y Natali, su mujer y su
hija, estaban muertas. Andrés no se lo podía creer, ¿cómo era posible?, ¿por
qué se han ido ellas y no él? No pudo superar el trance y se volvió loco, lleno
de furia, rabia,….y juro vengarse.
Investigó y
a través de amigos de amigos consiguió dar con esa mujer y averiguar su
inminente ingreso en Pedrosa. Lleno de odio y en su irreversible locura ideo un
plan para poderse vengar. Consiguió hacerse pasar por alcohólico y entrar dos
semanas antes que Alma en Pedrosa.
El odio crecía
día a día, pero ya no era solo hacia Alma, sino también hacia todos los que la
bailaban sus gracias, todos, todas, todus esos educadores tan amables con la
pobrecita, ese vigilante que corría para ayudarla con algún obstáculo que
encontraba en el camino, todo ellos lo iban a pagar, yo se lo iba a hacer pagar
muy caro. Idee un plan que ejecutaría en Halloween, me pareció que tenía gracia
hacerlo esa noche. Y la tan deseada y esperada noche finalmente llego. Esperé
que todos, todas, todus estuviesen acostados y dormidos. Llegado el momento me
levanté, bajé las escaleras y me dirigí hacia el vigilante, sabía que era
fuerte pero vago, personaje que estaba todas las noches dormido, me asome por
la puerta y… ¡BINGO! dormido estaba, saque de la mochila que llevaba una más
que preciosa piedra, que había días antes encontrado y de un acertado y fuerte
golpe le aplaste la nariz, otro golpe y se tragó los dientes, la sangre le
escapaba a borbotones y con un tercer golpe se terminó. Contemplé y su cara ya no era una cara, era
más parecido a un plato hondo de sesos, lengua con caldo de tomate, me sentí
bien no pudo decir esta boca es mía, ya no tenía jajaja… el plan tenía que
continuar.
Subí las
escaleras dirección a la habitación 103. Donde estaba Julito, ese gordo pajero
enamorado de Alma, entré muy despacio en la habitación y me abalancé sobre él, tapándole
la boca y poniéndole un cuchillo de grandes dimensiones que utilizaba para el
degüelle de los jabalís, en el cuello obligándole a estar en silencio. Como era
un cagón, obedeció y pude poner cinta en la boca y atarle los brazos a la cama,
acto seguido le baje el pantalón y se quedaron su pene y sus bolas al aire y de
derecha a izquierda se los corte. Me alcé y me quedé mirándole como intentaba
desatarse con bruscos movimientos sin conseguirlo, se fue creando un gran
charco de sangre, que las sabanas y colchón rápidamente absorbió. Lentamente
dejo de agitarse y se fue. Me quede mirando y pensé, bueno como ya no iba a
utilizarlos, para qué los quería y se los corté. Me hizo mucha gracia la forma
en que quedó su mirar, mirándome, era hasta tierno.
Pasé por
varias habitaciones, más con los mismos resultados, mucha sangre esparcida y
salpicada por doquier, suelos, armarios, paredes, techos,… parecía una orgía de
gazpacho… jijjiji.
Llegó la
educadora que más le lamia el culo a Alma, siempre pensé que era una puta
lesbiana, la golpeé dentro de su habitación haciéndola perder el conocimiento y
la até brazos y piernas y cinta en la boca, tenía algo especial para ella. Fui sigilosamente
a por Alma, como ya nadie podía escuchar nada, porque todos ya estaban muertos;
abrí lentamente la puerta, la llamé por su nombre y se despertó la muy puta,
tal vez pensó que me la iba a follar y tenía razón, la iba a joder pero de otra
forma. Sin mediar palabra y con una sonrisa en la cara, la agarré por esos
bonitos cabellos y tiré de ellos, comenzó a gritar, la tiré a la cama y la
llevé arrastrándola a la habitación de la puta, poco se pudo defender, ya en la
habitación la até las manos, las piernas no hacía falta, no las podía mover de
todas formas, para qué gastar más cinta, con lo cara que esta….jajaja. Las puse
juntas la una a la otra, que guapas estaban las dos juntitas, aunque me dio la
impresión de que me miraban con algo de miedo, seguro que era una suposición
mía.
Empecé a
contarlas el motivo por el que allí estaban, empezaron a llorar, a gemir que
por favor las perdonase, todo en vano, la suerte estaba echada, era mi
venganza. Empecé cortando los pechos a Alma, empezó a gritar con los ojos
desorbitados, toda la sangre me salpicó en la cara, pero daba igual, ya estaba
lleno de sangre, me supongo que por el dolor perdió el sentido, cogí el pecho y
se lo metí en la boca a la educadora, seguro que había soñado con eso, pero en
otras circunstancias, pero no pudo ser. Cuando Alma recobró la consciencia,
hice lo mismo con la educadora y el pecho se lo metí en su boca. A continuación
las corte la garganta a las dos y me quede mirándolas hasta que se desangraron.
Luego de
cumplir mi venganza me fui a dormir y soñé que muy pronto estaría junto a mi
mujer y mi hijita jugando con ella.
Hoy me he
despertado muy temprano, he tomado todo el café que he querido y he colocado en
un gran eucalipto una soga, así pues, aquí digo adiós.
Era una
buena persona.
Antonio R.
TERROR EN LA ISLA DE PEDROSA
Año 1920,
regresa un galeón de soldados desde Cuba, han desembarcado en la isla de
Pedrosa. El teniente Ankor, siempre acompañaba a las tropas en cada viaje de
regreso a España y se interesaba por los ingresados que estaban moribundos y
mutilados.
Cuando iniciaba
el viaje de vuelta escribía a su esposa y a su hijo, avisando de su regreso y
desembarco en la Isla de Pedrosa, así el tiempo que permanecía en tierra podía
estar junto a su familia.
Su hijo
sufría una enfermedad desconocida y que los médicos no encontraban cura con
fiebres altas y unos delirios que le llevaban a estar en estado de catatonia y
sonambulismo. Su mujer, sufría un trastorno mental y parálisis en el brazo que
los médicos no encontraban explicación.
¡Hasta ese fatídico día 1 de noviembre! El
teniente, solía pasear y meditar por la isla sobre los extraños casos que
afectaban a su familia y no lograba dar con una explicación racional. Tras
haber acudido a médicos de la corte de considerable reputación a nivel nacional
y mundial, decidió acudir donde un chamán, llegado desde las Antillas en un
barco tras la guerra de secesión brasileña, al que el teniente había dado
protección y asilo político bajo su nombre cuando fue destinado allí años
atrás.
El chamán
realizó limpiezas corporales y baños espirituales sin que surgiera efecto ni se
percibiese mejora alguna y la desgracia se ciñó aún más en la familia cuando en
una sesión de inmersión de limpieza espiritual y corporal el niño se ahogó.
En ese
mismo momento, Ankor no podía soportar semejante dolor y se quitó la vida
arrojándose al agua con una cuerda atada al cuello y una bolsa llena de
piedras.
Los
numerosos soldados, que pasaban la cuarentena allí, se hicieron eco de la
muerte del teniente y por la noches oían lloros y gritos por la isla, que
procedían del interior del bosque y veían deambular a la mujer vestida con un
camisón blanco, mientras se daba tirones y se arrancaba mechones de pelo y se
balanceaba maldiciendo su suerte y balbuceando entre dientes frases sin
sentido.
La mujer no
aguantaba semejante dolor por la pérdida de su esposo e hijo y se suicidó, poco
después, tirándose al agua con una bolsa de piedras atada al cuello.
Los
soldados hicieron una misa en memoria de la familia para que sus almas
descansarán en paz. “In memori por sempre tutto”. Los días posteriores al
entierro y misa en honor a la familia, volvieron a escuchar los llantos y
sollozos, enseguida los soldados aterrorizados recordaron a la mujer del
teniente que, tras la pérdida de su hijo y esposo, recorría la isla con su
camisón blanco, los soldados no daban crédito.
Al no
explicarse la naturaleza del sonido empezaron los rumores de que la isla estaba
embrujada, de hecho multitud de soldados decidieron marcharse aterrorizados de
la isla por los constantes ruidos y lloros que, meses más tarde, fueron
acompañados de sombras entre las tiendas de campaña. Además, por las noches,
algún soldado había apreciado la silueta de una mujer con el pelo suelto
vestida con un camisón blanco llorando y balbuceando palabras.
Pasaron tres
años desde la muerte de la familia y el chamán que les practicó ungüentos al
niño y a la madre, que había decidido quedarse en la isla hasta el día de su
muerte, deambulaba por la isla realizando ofrendas a la familia arrojando
piedras al agua en memoria de ellos, por la forma trágica de sus muertes.
A día de
hoy todavía se escuchan voces y lloros que recorren la oscuridad y perturban la
tranquilidad de la isla; nunca más volvió a vivir nadie en la isla, quedando la
isla desierta, lugar de paso para turistas y expertos en sucesos paranormales.
Fernando G.
Isla de Pedrosa Centro de Rehabilitación 4:53 PM
Noche
oscura, tronaban rayos que deslumbraban las paredes y ventanas del centro, los
pacientes estaban en sus habitaciones, de repente el viento acompañado de
lluvia volteó la ventana en la que dormía Richar, este se levantó a cerrarla.
Cuando intentaba cerrarla, vio algo que, justamente, doblaba la esquina del
edificio.
Jeny la
educadora, estaba esa noche de guardia. Richar sin pensarlo se puso la bata y
bajo del primer piso en donde dormía para decirla lo sucedido. En esa planta
había una garita donde estaba el segurata, exclamó con voz temblorosa:
¡segurata, segurata! Mientras avanzaba, al llegar a la entrada y ver que no
contestaba, abrió la puerta y le vio sentado en la silla, destripado.
Entonces
empezó a gritar “¡Jeny, Jeny!” cuando, de repente, se fue la luz. Richar le
cogió la porra y la pistola al cadáver del de seguridad.
En ese
momento, una fuerte luz le deslumbró la cara, era Jeny con una linterna.
Richar,
¿qué haces levantado? – exclamó Jeny
Entonces
tembloroso Richar le contestó: “está el segurata muerto destripado, he visto
algo por la ventana, no estoy seguro de lo que vi ¡Jeny tenemos que avisar a
todo el mundo!, subiré yo que estoy armado, tu Jeny ¡llama a la policía!”.
Cuando
Richar subió la última escalera cogiendo el pasillo gritando: “¡chicos, chicos
todos abajo, han matado al segurata!”, de la habitación 116 salió Miguel
diciendo: “¡Richar, Richar! ¿Qué pasa tío?”.
¡Miguel,
Miguel! Algo o alguien están dentro del centro, han matado al de seguridad –
contestó Richar.
Pero ¿qué
haces con esa pistola? - le dijo Miguel.
Se la he
quitado al segurata, Miguel – afirmó.
Déjamela,
que yo sé usarla - contestó Miguel.
¡Vale! - le
dijo Richar – pero ten cuidado, tenemos que reunir a todos abajo.
Una vez
todo el grupo abajo Jeny preguntó todo nerviosa: “¿estamos todos?, decidme
algo”.
José otro
paciente exclamó: “¡falta Valentín!”
Habrá que
subir a buscarle, pero ¿quién va a subir a buscarle? – dijo Jeny mirando a
Richar a los ojos.
Richar
exclamó – vale subo yo, dijo este y seguidamente Miguel que tenía el arma,
también se ofreció.
Yo, seguiré
insistiendo en llamar a la policía por si se restablecen las líneas - dijo
Jeny.
¡Miguel,
vete tu primero! - dijo Richar - yo detrás de ti.
Y José dijo
- os acompaño.
Subiendo
sigilosamente al pobre Miguel, temblaba tanto, que se le cayó el arma.
Richar le
dijo – Miguel, dame el arma - mientras llegaban a la habitación de Valentín.
¡Silencio,
silencio! - exclamó José; llegamos a la puerta de la habitación, de repente
apareció Jeny con un trente, una herramienta de labranza con 4 puntas para
atropar la hierba. Miguel la dijo: “¡eres la mejor!”, a lo que José exclamó:
“¡que os calléis!”.
Abrieron la
puerta y había dos espectros, uno a un lado y otro al otro comiéndose a
Valentín; Miguel, furioso y encorajado, quitó la pistola de la mano a Richar y
empezó a dispararles acertando a uno. El otro estaba intentando morder a Richar
cuando de repente Jeny se volvió loca gritando, entró corriendo con el trente
de frente apuñalando al que intentaba morderlo. Se volvió loca, le metió
infinitos pinchazos y exclamó: “¡coged a Valentín!”, mientras estaban los
espectros en el suelo todo destrozados.
Bajaron a
Valentín entre José, Miguel y Richar, mientras se oyeron las sirenas de la
policía que acababan de llegar. Jeny se arrimó a la policía y con voz
temblorosa gritó: “¡arriba, arriba! Dos seres han matado al segurata y a
Valentín”. Cuando llegaron a la habitación habían desaparecido. Los llevaron a
declarar, al no encontrar los dos cuerpos, nunca se supo más.
Seis años
después, Richar fue a desayunar a un bar y cogió el periódico, en la primera
página pudo leer el titular: “encuentran a todos muertos en Pedrosa”.
Ricardo R.
LOS AQUELARRES
Llegando el
día de los muertos, época tan celebrada por muchas culturas en todo el mundo:
México, España…; los habitantes del pueblo de Pontejos, conocedores de que se
hacían sesiones de aficionados a las psicofonías y espiritismos en las antiguas
ruinas del Lazareto de la Isla de Pedrosa, no sabían que, justamente, en ese
mismo lugar iba a tener lugar la primera convención de brujería.
Posiblemente
era un lugar seguro, lejos del castigo y torturas de la inquisición que aún
existen en muchos lados del mundo y al tener un alto apoyo y carga espiritual
de almas aferradas en la isla del pasado, podría ser una noche ideal para poder
completar los 2 aquelarres anuales, el primero en el día de los difuntos y el
segundo y más importante la noche de Walpursis que es del 30 de abril al 1 de
mayo en el cambio del solsticio.
Pues bien,
en esta convención de brujería en la Isla de Pedrosa en la que se iban a juntar
las brujas de Zugarramundi, sacerdotisas de Baal, chamanas cubanas… y así una
larga lista de mentes prodigiosas.
Sabiendo
que no todos los edificios de la isla estaban en ruinas, pero si con carga
espiritual, gracias a los testimonios de algunos vivos aterrorizados que
hablaban de la presencia de una niña supuestamente llamada ESTEFANÍA y que vaga
por el recinto de la isla con un simple camisón, quizás para que alguien la
libere de estar ahí atrapada en tierra de vivos y descansar como toda alma en
el más allá.
Pero este
dato no era sabido por las escribas de Satán residentes del mato groso de
Brasil, que pueden ser las más afectadas. Pues, para seguir con dicha
ceremonia, y no enrollarme en la presentación, el lugar exacto de la convención
era el hospital hallado en los alrededores del centro de menores, al tener más
presencias de muertes en el pasado los días y horas hasta llegar el día citado
en el que se reúnen todo tipo de hechiceros, parlanchines del extrarradio, conjuradores,
sacerdotisas de Brasil etc…
Y empieza
la convención con exhibiciones de poder para invocar almas perdidas, para
darles presencia. Desconociendo que era un peligro rescatar un alma tan solo,
el de la niña ESTEFANÍA, anclada a su isla, tan inseparable de ella como
Chanquete a su barco “La Dorada”. Y empieza el ritual, las sacerdotisas de Baal
para hacer sus rituales de carne humana ven que en el edificio cercano hay
jóvenes vírgenes menores de edad y en el contiguo están jóvenes intentando
llevar una vida más sana lejos de sus hábitos…
Empiezan
calculando que pasen las horas para aproximarse a la hora bruja, las 00:00 (cero
horas, cero minutos) y suenan los tambores en el pueblo vecino que hablan de
tiempos pasados de ritos divinos y unas hienas protegen el interior de la isla
para dicha conversión.
Todos los
asistentes se convierten en ceniza para ir a por las niñas vírgenes que van
donde los menores (centro penitenciario) se ubican dos para, convertidos en
ceniza, los asistentes colarse por los resquicios de las ventanas y por la
respiración ser inhaladas y poder hacer de ellas los rituales; con lo cual al
empezar a estar inhaladas dentro de dichas muchachas, una de ellas empieza a
gritar y hacer espasmos y movimientos físicos no acordes al cuerpo humano y
empezando el alboroto.
Teniendo
que recurrir a cada persona tanto del centro de menores como el centro de
reinserción y cercanos habitantes de Pontejos, Dulce la coordinadora de dicho
centro y natural de Cuba era conocedora de santerías cubanas y dirigiendo a
medida como hacer para deshacer tal ritual, pues las niñas estaban poseídas ya
y obraban para salir del centro de menores, cargándose a quien se ponía por
delante.
Todos estaban
dormidos, tanto en el centro de menores como en el centro de reinserción, hasta
que alguien escuchó un grito de socorro del centro de menores. Dulce había tenido
un sueño premonitorio entró en el coche cubierto de ajo para espantar a las
hienas que vigilaban el centro para protegerlos. Una sacerdotisa de Baal notó
la defensa de Dulce y fue a por ella, se defendió con cuatro puros cohíbas
echando humo por la boca, pero al hacer eso se coló la sacerdotisa de Baal
convirtiéndose en el mismísimo Lucifer.
Para
entonces las niñas estaban maniatadas, desnudas en el antiguo hospital en mitad
de una cruz de David cada una y no dejando la niña ESTEFANÍA que la arrancarán
su alma de la isla, creó un tipo de humo violeta en todas las estancias de los
edificios para no hacer que pagasen almas por su descanso eterno, con lo cual
tanto humo que creo las hienas escandalizadas de espanto por el humo se tiraron
al agua y murieron ahogadas entre humo y agua una combinación letal para ellas.
Dulce
convertida en Satán trató de defender lo suyo pero mientras se hacía defender
en una guerra contra el humo que se había salido al exterior del edificio de
menores a la pista de futbito, fue expulsada de un empujón de aire y se clavó
una barra de hierro en la espalda (semejante a la cruz) liberando la maldición
y volviendo a ser humana.
Pero el
pueblo de Pontejos ya había invadido la isla cargados con hachas, crucifijos,
horcas, dalles, etc… (herramientas de labranza y amuletos de protección) para
la gran guerra. La defensa total y a favor del centro de drogodependencias que
hasta su resistencia y el pueblo de Pontejos, empezó la batalla de los horrores
mientras esperaban el amanecer pues se había hecho el batallón del mal con el
centro de menores y el hospital abandonado…
Pablo C.
TERROR EN PEDROSA
Estando un
grupo de gente ingresada en la Isla de Pedrosa, por distintos motivos, un día,
Pablo, el monitor, nos propuso hacer una ruta por la Isla de noche y a los
valientes que se atrevieron les daba 10 puntos en vez de 5 puntos. La ruta
sería de 22:00 a 00:00 horas. Lógicamente dijimos que sí, menos Rosita que se
quedó dormida.
Era la
noche de todos los Santos, 1 de noviembre, de ahí la propuesta de Pablo. La
noche estaba fría, gélida y tenebrosa, empezó a salir la niebla. Todos empezamos
la ruta sin ningún contratiempo pero, como siempre, la gente empezó a
desplegarse y quedarse atrás. Yo solía ir en medio pero al cabo de una hora me
fui quedando atrás.
“Javier
Patú” solía ir siempre atrás, pero nunca llegué a coincidir con él, entonces
empecé a llamarlo: ¡Ehhh Pá Tú! Y él me contestó, yo le volví a llamar y solo
escuche ¡EHHHHH! (sin el Pa Tú), tal fue mi preocupación que empecé a correr
hacia abajo a ver si lo encontraba, y ahí estaba, colgado de una soga en el
árbol del ahorcado.
No sabía
qué hacer, gritaba y nadie me contestaba hasta que se me ocurrió ir a la
iglesia a ver al Pater, entre en la iglesia, yo le hablaba y él no me decía
nada, hasta que abrió los ojos y los tenía en blanco.
Fui hasta
los invernaderos y allí me escondí, pero de repente note una especie de entes,
sombras que pasaban a mí alrededor, no sabía que ocurría hasta que vi a Javier
Fernández. Con un cuchillo enorme en la mano, y me di cuenta de que todas esas
sombras eran almas que él había matado.
Empecé a
subir y cada vez me encontraba más gente acuchillada por el camino, la mayoría
degollados menos a Ricardo que los cuervos le estaban comiendo los ojos.
Todos los
nuestros tenían los ojos en blanco menos Miguel Moroco que los tenía cerrados,
cosa que me intrigó y empecé a tocarle; el muy listo se estaba haciendo el
muerto. Él, asustado, me preguntó ¿qué ha
pasado? Y yo se lo expliqué por encima, no sabíamos que hacer, pero se nos ocurrió
ir al almacén, yo cogí un hacha, él una pala de pinchos, para los que podían
quedar, la buena suerte que solo tuvimos que matar a dos, al monitor y yo el de
seguridad.
Después de
haber pasado ese calvario no sabíamos qué hacer con los cuerpos, por si nos
echaban la culpa a nosotros, hasta que se nos ocurrió bajar todos los cuerpos
hasta la chonera para que se los comieran los cerdos y no dejar restos. Así lo
hicimos.
Al cabo de
dos días volvimos a ver si ya habían desaparecido los cuerpos y tal fue nuestro
asombro que no había ni cerdos ni cuerpos.
Diego
D.
CIERRA LOS OJOS Y PIENSA EN MÍ
Es el día
de todos los Santos cuando dos parejas van paseando por la Isla de Pedrosa, hace
un día soleado y unos 20o.
-
Cuantos arboles diferentes hay, y algunos son muy
viejos ¿eh?- apreció Vicky
-
Si, y la variedad de animales, la verdad es que es un
sitio muy bonito - contestó Blas
-
A mí lo que más me gusta es lo tranquilo que es, sin tráfico,
todo peatonal, transmite mucha paz- dijo Susana
-
Recordad que hemos venido a invocar a esos espíritus
que los crédulos dicen que hay. Son las cinco, si no lo hacemos ahora se nos va
a hacer muy tarde- recordó Lucas
-
Venga vamos a hacerlo en ese edificio medio en ruinas
que hay cerca de la entrada ¿os parece?- animó Blas
Cogió Blas
del coche una manta y se dirigieron todos juntos hacia el edificio. Tenía un aspecto
totalmente ruinoso, las ventanas sin cristales y la fachada desconchada y
oscurecida por el tiempo. Después de sortear una valla donde colgaba un letrero
prohibiendo el paso, se introdujeron en él por una puerta que tuvieron que
forzar un poco; un chirrido agudo les indico el tiempo que llevaba sin abrirse.
No hay muebles y todo está lleno de polvo y telarañas, la luz es tenue ya que
las ventanas tienen unas cortinas casi opacas por el polvo, pero les permite
ver unas escaleras por las que suben a la 1ª planta, los escalones son de
madera y crujen peligrosamente cuando apoyan el peso en ellas. Arriba se
encuentran una sala polvorienta y vacía, tiene un olor espeso y a viejo.
-
¿Aquí en el centro sería un buen sitio o no?- dijo
Blas
Extienden
la manta y se sientan haciendo un círculo, se cogen de las manos y cerrando los
ojos empiezan a decir varias veces:
-
Espíritus de Pedrosa, os invocamos
En el
exterior se nubla borrascosamente casi al instante, un trueno resuena
largamente a la vez que el viento cruza la sala haciendo que un escalofrió les
recorra por la espalda.
Empiezan a
escuchar unas voces a lo lejos, ponen un poco de atención y reconocen las voces
de unos niños cantando una canción infantil. A pesar de seguir con los ojos
cerrados ven un niño junto a las escaleras que les anima para que le sigan y
suban tras él.
Arriba se
encuentran una habitación de hospital ambientada de finales del siglo XIX con
blancas camas a los lados con enfermos, los niños han desaparecido. De pronto
surge por la puerta del fondo un hombre con un hacha que empieza a asestar
golpes a los enfermos salpicando las paredes y techo de sangre.
Cuando, de
repente, se fija en ellos hacia los que se dirige blandiendo el hacha. Un grito
de terror escapa de sus gargantas y corren rápidamente hacia las escaleras
mientras miran hacia atrás totalmente asustados. Consiguen llegar al final de
la sala, cerrando las puertas en el momento justo, ya que de un violento golpe
del hombre apareció la hoja del hacha que traspaso la puerta. Bajaron las escaleras
y encontraron un pasillo donde unos leprosos con el rostro y las manos que se
les caían a pedazos se les echaban encima, el intentar bajar a la otra planta
unos murciélagos los asustaron y cayeron por ellas quedando inconscientes.
Al
despertar y abrir los ojos se encontraron cogidos de las manos en círculo
sentados encima de la manta.
José S.
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